jueves, 28 de abril de 2016

De a poco…

Por Ruby Morales


Hace algunas semanas finalizó en la “Heroica” Cartagena, la mal  llamada por DIFUTBOL,  “Final  de Futbol Infantil Masculino”. Hice mi duelo, le di un puntapié a la tristeza, batí melena, sacudí tacones y ordené mis pensamientos sin apasionamientos…
Para empezar, digo mal llamada final, porque a Cartagena llegaron 8 selecciones departamentales que después haber pasado por eliminatorias grupales, dos semifinales y hasta dos partidos de repechaje (cuanta política y diplomacia le meten al futbol y lo peor desde la categoría aficionada) fueron divididas en dos cuadrangulares.

Los que ocuparon primero y segundo en esa instancia,  jugaron cruzados en dos  partidos para  que entonces sí,  se conocieran los ganadores que disputarían el título y  los perdedores que irían por el tercer lugar.

El partido por el campeonato lo jugaron los paisas contra los vallunos, repitiéndose los protagonistas de la final del año anterior. Antioquia terminó alcanzando su cuarto título consecutivo y  undécimo en su historial  en  esta categoría y Valle que ganaba claramente 2 goles a cero, se quedó con las ganas de acabar con la hegemonía antioqueña.

Ese partido final fue digno de la instancia que se jugaba.  De múltiples emociones, golazos  y la cereza sobre la crema  que fue la definición con lanzamientos desde el punto penal.

Sobre el gramado del estadio Jaime Morón, se vieron grandes jugadas, mucho talento y sobre todo -utilizando un término muy de moda a nivel internacional- un tridente espectacular por parte  del  Valle.

El campeón, Antioquia, mostró un onceno sólido, ordenado, serio y con madurez para enfrentar estas instancias. Ahí es cuando nos damos cuenta la ventaja que nos llevan y que aún estamos en calzones cortos para instancias definitivas.

Tenemos buenos futbolistas pero nos falta roce, jerarquía, jugadores cancheros, peso en la dirigencia; aspectos que solo se  consiguen llegando continuamente  a estas fases.  

Analizando la participación de nuestro seleccionado, no me voy a detener tanto en cifras, más si en hechos y funcionamiento: Bolívar  jugó cinco partidos. Ganó dos, empató dos y perdió uno;  con siete goles a favor y cinco en contra.

El planteamiento táctico fue básicamente  un 4-2-3-1. Los dirigidos por Pedro Muñoz Alvis iniciaron con una muestra futbolística alentadora ante Bogotá   (que por cierto llegó luego de uno de los partidos de repechaje que se inventó la Difútbol). Dos goles a cero ganaron en su debut. Luego vino Casanare. También fue vencida, esta vez con un 3 a 0 que nos hizo sentir que alcanzábamos la punta de la estrella. ¡Yo hasta empecé a  cambiar  el caminado!

Hasta ahí Bolívar mostró un onceno con un desempeño agradable a la retina. Con una zaga que brindó bastante confianza, dos volantes de primera línea modernos, con buena condición técnica, de apoyo fundamental en jugadas a favor con pelota quieta. Los tres volantes de ataque, mostraron  su vocación ofensiva tanto por derecha como por izquierda, goles y acompañamiento para hacer superioridad numérica  en ataque y un delantero habilidoso, con velocidad y gran capacidad de definición.

Para el técnico de la selección local  la prueba de fuego llegó en el último partido del cuadrangular B. Llegaba clasificado, enfrentaba a Valle que buscaba lugar para dejar por fuera a Bogotá.

Cuando tuvimos la nómina en la mano, nos dimos cuenta que el timonel local decidió que de los once habituales titulares, sólo jugarían tres: Edilson Pérez, Luis E. Díaz y John Meléndez…. ¿Sobradez? ¿Acomodo?

Si Bolívar salía primero, se enfrentaba a Córdoba, segundo del cuadrangular A; si quedaba segundo en su grupo, se encontraría con Antioquia, primero del otro. 

Y entonces al parecer el D.T. Muñoz recordó que: Córdoba se había convertido es una especie de”coco”  para Bolívar;  que el año anterior con un gol en el estadio de San  Fernando, los había sacado de carrera; que este año en el cuadrangular del grupo 4 jugado en Bucaramanga, Bolívar en su debut había vencido a los paisas por 3 a 1. Sacó cuentas: cuatro en vela, vela en cuatro, más los cuatro de la vela….

Por lo tanto y acudiendo a no sé qué extraña regla o pálpito, decidió jugar básicamente con alternantes. A los D.T  les puede pasar como a los arqueros, se equivocan en una y se borra con el codo todo lo hecho con la mano.

Es bueno acotar que en esta categoría, no es que los chicos no se cansen, por supuesto que sí, mucho menos por su edad es cierto, pero son humanos y se agotan. Se produce un desgaste, sobre todo con la agobiante temperatura de esos días en Cartagena y por lo grande de la  cancha; lo que  sucede es que la recuperación es mucho más rápida a esa edad. 

El primer tiempo del partido contra  Valle se puede decir que fue de trámite. Pero para el segundo tiempo, los visitantes decidieron ponerse el overol y empezaron a trabajar el resultado ante la atónita Bolívar, que nunca tuvo capacidad de reacción.

No fue uno, ni fueron dos, fueron tres los goles que en 45 minutos marcaron lo niches, y los locales ni reaccionaron. Los marcadores eran benévolos. Ni el 1 a 0 ni el  2 a 0 en contra  sacarían a Bolívar de la fiesta, pero si podían cambiarle la pareja de baile y al final con el 3 a 0 en contra eso fue lo que sucedió; le tocó con la más fea (en este caso con la más poderosa).

Enfrentó a Antioquia en uno de los partidos semifinales que daba derecho a ir al quinto y definitivo partido y  aunque puede decir con orgullo que en el tiempo reglamentario no perdió con quien a la postre fue campeón y el onceno que más goles anotó en todo el torneo, la casta antioqueña para manejar el partido y la actitud de los paisas en los lanzamientos de los doce pasos hizo ver pequeño a Bolívar.  No perdió, pero tampoco ganó en el tiempo reglamentario, el derecho a ir a la final.

Los ecos de la discusión que se dio al final del partido Bolívar- Valle, todavía se pueden escuchar por toda la ciudad. El D.T. Muñoz Alvis es señalado aun con dedo acusador de  -con su decisión- haberle negado a nuestro departamento la posibilidad  de  llegar a la final,  al  poner  nómina alternante.   

Y realmente creo que la discusión no debe remitirse solo a esto. Hay mucho más por hacer.  Le pregunto  ¿Por qué cree usted que  Antioquia, Valle, Bogotá y otros de la región andina, casi  siempre nos llevan luces de ventaja?

Es indudable que tenemos el talento. Brota a borbotones en una ciudad donde escasean las canchas y las pocas que hay son unos peladeros polvorientos y con piedras (a excepción de la sintética de San Fernando).  Tenemos dirigentes, pero aun ellos deben alcanzar cierta altura, status  y presencia en el ámbito nacional, tener peso y trabajar más por nuestro futbol sin intereses mezquinos.

Contamos con muy buenos técnicos, quizá no haya tantos con el rótulo de seleccionables;  pero los hay buenos y de paso,  viene una buena cantera de ex futbolistas que se están preparando. Hay otros que  son poco amigos de la capacitación porque creen saberlo ya todo.

Dijo alguien que todos  los días uno se acuesta con algo nuevo aprendido;  pero una de las características de  algunos de los que se paran en la raya a dirigir al futbol menor  en nuestra ciudad y departamento, es que  evaden el tema de la capacitación porque según ellos  ya no hay nada nuevo o bueno para aprender; y si  algo hay que reconocerle a los dirigentes actuales de la Liga de Futbol de Bolívar,  es que están trabajando en la capacitación a los  técnicos y dirigentes.

Aquí tenemos poco apoyo  de la empresa privada. Con cierta envidia vemos como los fines de semana, la televisión antioqueña pasa en vivo en sus canales,  programación de eventos deportivos (entre ellos de competencia futbolística) como muestra de respaldo a los nuevos talentos; súmele a eso, que el deportista aprende a desenvolverse ante los medios y esa -de una manera u otra- se puede reconocer como el aporte de los medios a estos procesos. Aquí son pocos los espacios donde se le dedican minutos al futbol aficionado.


Díganme a mí que en un tiempo y junto a Rafael Guerra y Richard González tratamos de sacar adelante un programa televisivo de  futbol aficionado. Teníamos muy buena sintonía, pero cuando salíamos a vender la pauta comercial la respuesta que encontrábamos de los posibles clientes era: “Yo les colaboro”. Por favor! se trata de una contraprestación, un negocio, no una limosna. 

Hacen falta transmisiones deportivas, no solo para el futbol, sino para el deporte menor en general. Parece mentira que una ciudad con tan poderosas empresas, muchas de ellas nacionales y foráneas, pocas o casi  ninguna tengan la visión de apoyar el talento deportivo.

A este buen grupo  de futbolistas y su cuerpo técnico a mi entender se le debe dar un año más. Fue doloroso lo que pasó, pero creo que de ésta experiencia todos aprendimos.

Me comentó Dulio Miranda (que debe saber algo de esto) que Atlántico  se había perdido un poco del escenario nacional, porque estaban manejando el futbol aficionado como el profesional;  si pierdes tres o cuatro partidos, te vas! o sea que de  procesos… nada que ver!; Ojalá este hecho acá no se emule,  porque  conociendo nuestra idiosincrasia triunfalista,  a esta selección el año que viene se le va a exigir el  título,  cuando lo que estaba presupuestado, según fuentes verosímiles, es que al tercer año del proceso  se  debería estar disputando finales…. Y ellos se adelantaron un año.  No podemos pretender ser  protagonistas a nivel nacional, si es cada cinco o seis años que hacemos presencia en finales. 

Por  lo pronto, podemos decir que en el 2016 se ha empezado con pie derecho, ya que además del cuarto lugar de la infantil (ya se,  se pudo haber  logrado  una mejor posición), la pre juvenil que dirige Rafael Montes, pasó a la segunda ronda que se  jugará en Barranquilla a principios del mes de mayo,  por cierto,  con un formato idéntico al de la categoría  anterior, (¿Para que a  los políticamente correctos dirigentes de la Difútbol no se les venga el mundo encima?). Y eso es lo que necesitamos. Ir clasificando a fases semifinales y finales,  le dará   bagaje tanto a técnicos como a jugadores y directivos.

Lunares de la final: El tablero. En  la mayor parte de los encuentros jugados en el Jaime Morón había que adivinar los cambios. Me contó un árbitro que hasta para ellos fue gravoso. Vergonzoso. Al final terminó salvando la patria el señor Rodolfo Viana Muñoz facilitando uno.

No sé a quién se le ocurrió, que la iluminación del estadio de San Fernando estaba decente o adecuada para una final, ¡Por Dios! A usted lo atracaban en la zona media de la cancha y ni el árbitro se daba cuenta y  los de la gradería menos! Penumbra total!  Señores,  era una final, no un torneo de pelagatos.

Gracias: A Pedro Valdés, por invitarme a transmitir el torneo. Aún confía mucho en mí el decano de los comentaristas;  con todo y que no nos llevamos el título, pude disfrutar de una linda fiesta futbolística. 

A Richard González: Su ojo de lince para revisar estas líneas y la licencia que tuvo para pulir el escrito, hacen que me sienta  segura de que les llegó un artículo que espero haya resultado interesante.

A Roberto Benítez García, por darme la oportunidad en sus tan leídos blog y página web, de expresar algo que hace muchos días daba vuelta en mi mente. Y a usted, que dedicó  minutos de su valioso tiempo a la lectura de estos  comentarios.  


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